Allison se
tranquilizó después de eso. Habló menos nerviosa, y descubrí que era una chica
carismática, pero tímida, y le faltaba un poco de energía. Eso lo relacioné con
que no bebía y comía algo desde hacía días.
—Tienes que
beber algo— le dije, cuando comencé a notar sus labios resecos.
—No quiero
salir de aquí— dijo, encogiéndose de hombros—. Tengo miedo de lo que puedo
llegar a hacer.
Rodé los
ojos. Esta chica estaba asustada de verdad, y lo peor de todo es que no estaba
asustada del exterior. Estaba asustada de ella misma.
—Le pediré
a alguien que te traiga algo, ¿Sí? — dije, y ella asintió con la cabeza. Me
levanté y salí por la cortina. Trent estaba ahí parado, apoyado en la pared.
Cuando salí se dio la vuelta y me miró. Me sonrió con su sonrisa arrogante y
salió de la pared.
—Hola,
Alanis— me saludó—. ¿Pasa algo?
Sacudí la
cabeza.
—Necesito
algo para que Allison beba y coma— le dije—. Está deshidratada.
Trent
asintió con la cabeza.
—Anotado—
dijo—. No tengo un papel, pero todo está aquí dentro— se dio unas palmaditas a
la cabeza, y rodé los ojos—. Ahí va, ahí va— se dio la vuelta y desapareció en
el pasillo oscuro. Me volví a meter en la habitación, y me encontré a Allison
acostada.
—Tengo
sueño— me explicó, cuando estaba por preguntarle qué hacía acostada.
—No duermas
todavía— le dije, acercándome a ella. Vi su frente llena de pequeñas gotitas, y
me acerqué para tocársela.
Tuve que
retirar la mano, porque estaba hirviendo.
—Vuelas de
fiebre— le dije.
—No— dijo, sacudiendo
la cabeza—. Significa que me convertiré en una antorcha humana— y en ese
momento, sus manos comenzaron a incendiarse. Y su cuerpo le siguió.
Sus ojos se
cerraron antes de que las llamas devoraran su rostro.
Cuando
Trent llegó, cargaba una bandeja con pan y una gran jarra de agua. También
tenía un vaso.
Entró y
puso los ojos en blanco. Me dio la jarra.
—Servirá—
dijo, y la agarré. Le tiré un poco a Allison, y esta se apagó.
Y no tenía
nada de ropa, porque se había quemado.
Y estaba en
frente de Trent.
—Oh,
maldición, Trent, ¡Vete! — le grité, mientras se reía.
—Es sexy—
comentó.
—¡Vete! —
gritó la voz de Allison. Trent dejó la bandeja al lado de la puerta y salió, no
sin antes darle una mirada al cuerpo de Allison.
Me giré de
nuevo a Allison, y sus ojos brillaban. Vi al otro lado de la habitación una
muda de ropa. Me acerqué y la agarré para ella.
—Si sigo
quemando ropa, no quedará nada— dijo, mirando hacia la nueva ropa. Se vistió
rápidamente, y luego se abrió camino hacia el pan.
—Come
despacio— le dije, mientras comía el pan como si fuera un canario. Luego tomó
un par de tragos de agua, pero se ahogó. Le hice dejar el vaso a un lado, y me
sonrió.
—Él es
lindo— me susurró.
—¿Quién? —
Allison estaba mirando hacia la cortina—. ¿Trent?
Asintió con
la cabeza.
—Es un
idiota— dije.
—¿Y tú no
lo serías? — replicó—. El mundo se acabó. Su familia, sus amigos y todo lo que
conoce está muerto. Yo tendría todo mi derecho de comportarme como una idiota—
dijo, y fue lo más largo que escuché decirle, además de que no tartamudeó o
dudó en algún momento de su oración.
Sonreí,
como una madre orgullosa de su bebé, que ha dicho sus primeras palabras.
—¿Por qué
estás sonriendo? — me preguntó Allison—. Me asustas.
Sacudí la
cabeza.
—Es que me
alegro por ti— dije—. Es la primera oración que te escucho decir sin que
tartamudees o dudes, y me agrada.
Allison se
sonrojó y bajó la mirada.
—Gracias —
murmuró—. No lo había notado hasta ahora, y tienes razón.
Estuvimos
unos momentos en silencio.
—¿Cómo es? —
me preguntó.
—¿Qué cosa?
— le pregunté de vuelta.
—Sentir que
tus tejidos ya no son los mismos— dijo.
—¿A qué te
refieres? — le pregunté.
—¿No te has
dado cuenta? — me preguntó, luciendo confundida.
—¿De qué?
Ella
suspiró, derrotada.
—No tenemos
poderes— dijo—. Bueno, sí, tenemos, pero no es como los X-Men, que viene de la
estructura genética o algo así— me explicó—. Todos tenemos alguna alteración a nivel
tisular o en el control de la energía. Yo me incendio, tú haces esos escudos.
Has dicho que Cass puede rastrear cosas de alguna forma. Quizá con sentidos
aumentados— dijo. Una cabeza se asomó por la cortina.
—Ey, no se
olviden de mí— dijo Trent—. Yo puedo controlar cosas con la mente, como Jean
Grey— puse los ojos en blanco. Solo él podía compararse con Jean Grey en aquel
momento.
—¿Entonces
apoyas mi teoría? — le preguntó Allison, emocionada.
—Claro,
estudiaba química antes de estar encerrado aquí abajo— explicó Trent, entrando
a la habitación de Allison. Se sentó frente a ella, y comenzaron a tener una
charla muy interesante sobre química.
Me levanté,
y salí silenciosamente.
Caminé a
través del pasillo, hasta chocarme con una pared.
Maldición,
debía parar de chocarme con paredes. Esperen... ni siquiera era una pared. Era
Cass.
—Uh, hola—
dije, sonrojándome. Suerte que la luz era débil como para que se notara mi
rostro encendido.
Se rió.
—Se siente
tu nerviosismo desde mi habitación— dijo, agarrándome los brazos—. ¿Estás bien?
De verdad estás nerviosa. Tu corazón late muy rápido.
No podía
sacarme de la cabeza las palabras de Allison. ¿De verdad lo que nos pasaba no
nos afectaba a nivel genético?
—Estoy bien—
le dije a Cass—. Necesito... necesito aire fresco.
Cass me
miró con el ceño fruncido.
—Lamento
decirte que eso es algo que en esta parte del mundo ya no existe— dijo,
encogiéndose de hombros.
Suspiré, y
no sé por qué avancé hacia él y apoyé mi cabeza en su pecho.
—Extraño el
viejo mundo— dije, con la voz de una niña—. ¿Tú no?
Sentí que
sus brazos se levantaron, y me rodeó, abrazándome.
—Sí, lo
extraño— dijo—. Pero hay veces que me olvido de lo que pasó.
No sabía a
qué veces se refería, pero quería averiguarlo.
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