24.12.14

Replay. Capítulo 8.

Allison se tranquilizó después de eso. Habló menos nerviosa, y descubrí que era una chica carismática, pero tímida, y le faltaba un poco de energía. Eso lo relacioné con que no bebía y comía algo desde hacía días.
—Tienes que beber algo— le dije, cuando comencé a notar sus labios resecos.
—No quiero salir de aquí— dijo, encogiéndose de hombros—. Tengo miedo de lo que puedo llegar a hacer.
Rodé los ojos. Esta chica estaba asustada de verdad, y lo peor de todo es que no estaba asustada del exterior. Estaba asustada de ella misma.
—Le pediré a alguien que te traiga algo, ¿Sí? — dije, y ella asintió con la cabeza. Me levanté y salí por la cortina. Trent estaba ahí parado, apoyado en la pared. Cuando salí se dio la vuelta y me miró. Me sonrió con su sonrisa arrogante y salió de la pared.
—Hola, Alanis— me saludó—. ¿Pasa algo?
Sacudí la cabeza.
—Necesito algo para que Allison beba y coma— le dije—. Está deshidratada.
Trent asintió con la cabeza.
—Anotado— dijo—. No tengo un papel, pero todo está aquí dentro— se dio unas palmaditas a la cabeza, y rodé los ojos—. Ahí va, ahí va— se dio la vuelta y desapareció en el pasillo oscuro. Me volví a meter en la habitación, y me encontré a Allison acostada.
—Tengo sueño— me explicó, cuando estaba por preguntarle qué hacía acostada.
—No duermas todavía— le dije, acercándome a ella. Vi su frente llena de pequeñas gotitas, y me acerqué para tocársela.
Tuve que retirar la mano, porque estaba hirviendo.
—Vuelas de fiebre— le dije.
—No— dijo, sacudiendo la cabeza—. Significa que me convertiré en una antorcha humana— y en ese momento, sus manos comenzaron a incendiarse. Y su cuerpo le siguió.
Sus ojos se cerraron antes de que las llamas devoraran su rostro.
Cuando Trent llegó, cargaba una bandeja con pan y una gran jarra de agua. También tenía un vaso.
Entró y puso los ojos en blanco. Me dio la jarra.
—Servirá— dijo, y la agarré. Le tiré un poco a Allison, y esta se apagó.
Y no tenía nada de ropa, porque se había quemado.
Y estaba en frente de Trent.
—Oh, maldición, Trent, ¡Vete! — le grité, mientras se reía.
—Es sexy— comentó.
—¡Vete! — gritó la voz de Allison. Trent dejó la bandeja al lado de la puerta y salió, no sin antes darle una mirada al cuerpo de Allison.
Me giré de nuevo a Allison, y sus ojos brillaban. Vi al otro lado de la habitación una muda de ropa. Me acerqué y la agarré para ella.
—Si sigo quemando ropa, no quedará nada— dijo, mirando hacia la nueva ropa. Se vistió rápidamente, y luego se abrió camino hacia el pan.
—Come despacio— le dije, mientras comía el pan como si fuera un canario. Luego tomó un par de tragos de agua, pero se ahogó. Le hice dejar el vaso a un lado, y me sonrió.
—Él es lindo— me susurró.
—¿Quién? — Allison estaba mirando hacia la cortina—. ¿Trent?
Asintió con la cabeza.
—Es un idiota— dije.
—¿Y tú no lo serías? — replicó—. El mundo se acabó. Su familia, sus amigos y todo lo que conoce está muerto. Yo tendría todo mi derecho de comportarme como una idiota— dijo, y fue lo más largo que escuché decirle, además de que no tartamudeó o dudó en algún momento de su oración.
Sonreí, como una madre orgullosa de su bebé, que ha dicho sus primeras palabras.
—¿Por qué estás sonriendo? — me preguntó Allison—. Me asustas.
Sacudí la cabeza.
—Es que me alegro por ti— dije—. Es la primera oración que te escucho decir sin que tartamudees o dudes, y me agrada.
Allison se sonrojó y bajó la mirada.
—Gracias — murmuró—. No lo había notado hasta ahora, y tienes razón.
Estuvimos unos momentos en silencio.
—¿Cómo es? — me preguntó.
—¿Qué cosa? — le pregunté de vuelta.
—Sentir que tus tejidos ya no son los mismos— dijo.
—¿A qué te refieres? — le pregunté.
—¿No te has dado cuenta? — me preguntó, luciendo confundida.
—¿De qué?
Ella suspiró, derrotada.
—No tenemos poderes— dijo—. Bueno, sí, tenemos, pero no es como los X-Men, que viene de la estructura genética o algo así— me explicó—. Todos tenemos alguna alteración a nivel tisular o en el control de la energía. Yo me incendio, tú haces esos escudos. Has dicho que Cass puede rastrear cosas de alguna forma. Quizá con sentidos aumentados— dijo. Una cabeza se asomó por la cortina.
—Ey, no se olviden de mí— dijo Trent—. Yo puedo controlar cosas con la mente, como Jean Grey— puse los ojos en blanco. Solo él podía compararse con Jean Grey en aquel momento.
—¿Entonces apoyas mi teoría? — le preguntó Allison, emocionada.
—Claro, estudiaba química antes de estar encerrado aquí abajo— explicó Trent, entrando a la habitación de Allison. Se sentó frente a ella, y comenzaron a tener una charla muy interesante sobre química.
Me levanté, y salí silenciosamente.
Caminé a través del pasillo, hasta chocarme con una pared.
Maldición, debía parar de chocarme con paredes. Esperen... ni siquiera era una pared. Era Cass.
—Uh, hola— dije, sonrojándome. Suerte que la luz era débil como para que se notara mi rostro encendido.
Se rió.
—Se siente tu nerviosismo desde mi habitación— dijo, agarrándome los brazos—. ¿Estás bien? De verdad estás nerviosa. Tu corazón late muy rápido.
No podía sacarme de la cabeza las palabras de Allison. ¿De verdad lo que nos pasaba no nos afectaba a nivel genético?
—Estoy bien— le dije a Cass—. Necesito... necesito aire fresco.
Cass me miró con el ceño fruncido.
—Lamento decirte que eso es algo que en esta parte del mundo ya no existe— dijo, encogiéndose de hombros.
Suspiré, y no sé por qué avancé hacia él y apoyé mi cabeza en su pecho.
—Extraño el viejo mundo— dije, con la voz de una niña—. ¿Tú no?
Sentí que sus brazos se levantaron, y me rodeó, abrazándome.
—Sí, lo extraño— dijo—. Pero hay veces que me olvido de lo que pasó.

No sabía a qué veces se refería, pero quería averiguarlo.

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